jueves, 4 de marzo de 2010
HOMBRE, TIEMPO, PENSAMIENTO.
«La afirmación según la cual soy a la vez arcaico, moderno y postmoderno es una manera de decir que [...] tenemos muchas edades y podemos vivir en una anacronía que
no es necesariamente negativa. Hay que ser en cierta forma anacrónico para
pensar lo contemporáneo»
Jacques Derrida, «Otra libertad» (entrevista de 1997), en No escribo sin luz artificial,Valladolid, Cuatro, 1999, p. 106.
no es necesariamente negativa. Hay que ser en cierta forma anacrónico para
pensar lo contemporáneo»
Jacques Derrida, «Otra libertad» (entrevista de 1997), en No escribo sin luz artificial,Valladolid, Cuatro, 1999, p. 106.
domingo, 28 de febrero de 2010
"ECCE HOMO"
“Y ahora, después de que por lago tiempo hemos estado así en camino, nosotros los argonautas del ideal, más valerosos acaso de lo que es prudente , habiendo naufragado y padecido daño con mucha frecuencia... , parécenos como si, en recompensa con ello , tuviésemos ante nosotros una tierra no descubierta todavía, cuyos confines nadie ha abarcado aún con la vista, una más allá de todas las anteriores tierras y rincones del ideal, un mundo tan sobremanera rico en cosas bellas...” (F. Nietzsche, Ecce homo, 1888)
SILENT LUCIDITY
SILENT LUCIDITY
sábado, 27 de febrero de 2010
¿QUÉ ES FILOSOFÍA?
"No sé cuál es la visión que en general el público tiene acerca de lo que es la filosofía, aunque sospecho, desde luego, que hay tantos malentendidos a propósito de este asunto entre quienes piensan que la filosofia tiene que ser algo "muy divertido" (y se decepcionan cuando se pone en sus manos, por ejemplo, La Crítica de la Razón Pura) como entre quienes piensan que la filosofía tienen que ser algo "muy aburrrido" (y se inquietan cuando encuentran algún libro de filosofía que, además de serlo, les entretiene). En el ideal de los diálogos filosóficos no se trata de vencer o salir derrotado como en una competición, sino de rendirse al entendimiento de la cosa misma acerca de la que se habla.
La posición de la filosofía siempre ha sido problemática, porque está recorrida por una aporía: quién se quiere filósofo no es un experto en técnica alguna ni un científico teórico; tampoco es un maestro de vida o un guía espiritual, y su olvido de la sabiduría no es menor que el de los demás, con quienes puede discutir precisamente porque el terreno de esa discusión es el que los sabios han dejado vacante y las ciencias no pueden ni quieren ocupar. A pesar de los sobado del socrático recurso, no hay -en el sentido hoy corriente del término- ni una pizca de ironía en la afirmación de Sócrates (y de todo el que se ocupa honradamente de filosofía) acerca de su propia ignorancia. Esta es en realidad la pequeñísima diferencia que distingue a la filosofía y a quienes la practican de aquellos otros traficantes de saber que intentan ocultar con arte su ineptitud acerca de lo esencial, poner a la venta lo que no puede ser objeto de comercio o fundar escuelas de aquello de lo que no hay maestros. Sólo la incorregible manía del filósofo de hacer preguntas que no satisface respuesta alguna consigue paralizar a sus interlocutores, pero no prueba la derrota del que pregunta ni de su alocutario, ni tampoco su victoria, sino que justamente convierte el diálogo en algo diferente de una contienda (que siempre podría dirimirse en términos de victoria o derrota entre los adversarios), haciendo de las preguntas la única manera de designar aquello mismo que no depende de ellos ni se deja utilizar como medio para alcanzar sus fines, incluso aunque eso no pueda atisbarse sino como ya perdido o arruinado. Sin embargo, la filosofía nunca es solamente un lamento de su tiempo, ni su pathos la nostalgia de una edad de oro: nadie tuvo jamás esas respuestas, por la simple razón de que no se trata de algo que se pueda propiamente tener. Eso mismo rebela el hecho de que Platón, cuando parece estar a punto de alcanzar esa "sabiduría" que sus diálogos persiguen, haga que Sócrates, en lugar de enunciar una teoría, lo deje para mañana o se ponga a contar una historia, que es lo mismo que explícitamente sostiene Aristóteles al negar "en la práctica" a la filosofía la condición de ciencia teórica al estilo de las ciencias particulares, y que también parece ser lo mismo que Wittgenstein indica cuando repite que no hay proposiciones filosóficas, que la filosofía no es un corpus de enunciados verdaderos (como lo son las ciencias), que la filosofía es una actividad y que, incluso si para realizarla es necesario hablar o escribir, lo dicho o lo escrito son medios que deben eclipsarse una vez alcanzado el fin, que todo lo que se aprende en los libros de filosofía debe hacer que no lo convirtamos en "doctrina": escribir o leer filosofía, a pesar de no ser una forma de medicina espiritual y de implicar siempre al común de los hombres, sirve, cuando sirve, para operar una cierta transformación sobre uno mismo.
Una conversación de este tipo tiene de particular sólo esto: que en ella uno se embarca con un rumbo frágil y una previsión dudosa y que no cuenta, para hacer el trayecto con comodidad y llegar a algún lugar digno de desembarco, con más ayuda que la del compañero de viaje, cuya palabra es la única cosa que puede hacer luz suficiente en el camino para que, al menos, pueda continuarse la travesía. Por seguir con la metáfora marinera, no me atrevería a decir que hayamos desembarcado en grandes puertos; sí diría que, mientras viajabamos, hemos avistado muchos paisajes, la mayopr parte de ellos quizá previsibles, pero también algunos inesperados y extraordinariamente bellos, y hemos procurado demorar la travesía mientras duraba esa vista. Ojalá hayamos conseguido transmitir a los lectores algo del contento que para nosotros ha supuesto el viaje. Pero, para usar una metáfora más propia del oficio, diría que nuestra conversación seguramente no es un "banquete", pero sí al menos un aperitivo: no dejará a los lectores boquiabiertos, pero quizá tampoco permitira que se les abra la boca en un bostezo, y en el mejor de los casos servirá para abrir boca al pensamiento. Si una elemental sensatez nos impide llamar filosofía al contenido de esta conversación, somos lo suficientemente osados como para reconocer, sin embargo, que sí hemos pretendido, mediante este aperitivo, invitar a la filosofía a quienes nos lean." (Parte de la Introducción de José Luis Pardo al libro, escrito conjuntamente con Fernado Savater, Palabras Cruzadas en PRE-TEXTOS, Valencia, 2008.)
La posición de la filosofía siempre ha sido problemática, porque está recorrida por una aporía: quién se quiere filósofo no es un experto en técnica alguna ni un científico teórico; tampoco es un maestro de vida o un guía espiritual, y su olvido de la sabiduría no es menor que el de los demás, con quienes puede discutir precisamente porque el terreno de esa discusión es el que los sabios han dejado vacante y las ciencias no pueden ni quieren ocupar. A pesar de los sobado del socrático recurso, no hay -en el sentido hoy corriente del término- ni una pizca de ironía en la afirmación de Sócrates (y de todo el que se ocupa honradamente de filosofía) acerca de su propia ignorancia. Esta es en realidad la pequeñísima diferencia que distingue a la filosofía y a quienes la practican de aquellos otros traficantes de saber que intentan ocultar con arte su ineptitud acerca de lo esencial, poner a la venta lo que no puede ser objeto de comercio o fundar escuelas de aquello de lo que no hay maestros. Sólo la incorregible manía del filósofo de hacer preguntas que no satisface respuesta alguna consigue paralizar a sus interlocutores, pero no prueba la derrota del que pregunta ni de su alocutario, ni tampoco su victoria, sino que justamente convierte el diálogo en algo diferente de una contienda (que siempre podría dirimirse en términos de victoria o derrota entre los adversarios), haciendo de las preguntas la única manera de designar aquello mismo que no depende de ellos ni se deja utilizar como medio para alcanzar sus fines, incluso aunque eso no pueda atisbarse sino como ya perdido o arruinado. Sin embargo, la filosofía nunca es solamente un lamento de su tiempo, ni su pathos la nostalgia de una edad de oro: nadie tuvo jamás esas respuestas, por la simple razón de que no se trata de algo que se pueda propiamente tener. Eso mismo rebela el hecho de que Platón, cuando parece estar a punto de alcanzar esa "sabiduría" que sus diálogos persiguen, haga que Sócrates, en lugar de enunciar una teoría, lo deje para mañana o se ponga a contar una historia, que es lo mismo que explícitamente sostiene Aristóteles al negar "en la práctica" a la filosofía la condición de ciencia teórica al estilo de las ciencias particulares, y que también parece ser lo mismo que Wittgenstein indica cuando repite que no hay proposiciones filosóficas, que la filosofía no es un corpus de enunciados verdaderos (como lo son las ciencias), que la filosofía es una actividad y que, incluso si para realizarla es necesario hablar o escribir, lo dicho o lo escrito son medios que deben eclipsarse una vez alcanzado el fin, que todo lo que se aprende en los libros de filosofía debe hacer que no lo convirtamos en "doctrina": escribir o leer filosofía, a pesar de no ser una forma de medicina espiritual y de implicar siempre al común de los hombres, sirve, cuando sirve, para operar una cierta transformación sobre uno mismo.
Una conversación de este tipo tiene de particular sólo esto: que en ella uno se embarca con un rumbo frágil y una previsión dudosa y que no cuenta, para hacer el trayecto con comodidad y llegar a algún lugar digno de desembarco, con más ayuda que la del compañero de viaje, cuya palabra es la única cosa que puede hacer luz suficiente en el camino para que, al menos, pueda continuarse la travesía. Por seguir con la metáfora marinera, no me atrevería a decir que hayamos desembarcado en grandes puertos; sí diría que, mientras viajabamos, hemos avistado muchos paisajes, la mayopr parte de ellos quizá previsibles, pero también algunos inesperados y extraordinariamente bellos, y hemos procurado demorar la travesía mientras duraba esa vista. Ojalá hayamos conseguido transmitir a los lectores algo del contento que para nosotros ha supuesto el viaje. Pero, para usar una metáfora más propia del oficio, diría que nuestra conversación seguramente no es un "banquete", pero sí al menos un aperitivo: no dejará a los lectores boquiabiertos, pero quizá tampoco permitira que se les abra la boca en un bostezo, y en el mejor de los casos servirá para abrir boca al pensamiento. Si una elemental sensatez nos impide llamar filosofía al contenido de esta conversación, somos lo suficientemente osados como para reconocer, sin embargo, que sí hemos pretendido, mediante este aperitivo, invitar a la filosofía a quienes nos lean." (Parte de la Introducción de José Luis Pardo al libro, escrito conjuntamente con Fernado Savater, Palabras Cruzadas en PRE-TEXTOS, Valencia, 2008.)
viernes, 26 de febrero de 2010
LA CONCIENCIA
LA CONCIENCIA
Cuando bajaban las aguas del Orinoco, las piraguas traían a los caribes con sus hachas de guerra. Nadie podía con los hijos del jaguar. Arrasaban las aldeas y hacían flautas con los huesos de sus victimas.
A nadie temían. Solamente les daba pánico un fantasma que había brotado de sus propios corazones.
Él los esperaba, escondido tras los troncos. Él les rompía los puentes y les colocaba al paso las lianas enredadas que los hacían tropezar. Viajaba de noche; para despistarlos, pisaba al revés. Estaba en el cerro que desprendía la roca, en el fango que se hundía bajo los pies, en la hoja de la planta venenosa y en el roce de la araña. Él los derribaba soplando, les metía la fiebre por la oreja y les robaba la sombra.
No era el dolor, pero dolía. No era la muerte, pero mataba. Se llamaba kanaima y había nacido entre los vencedores para vengar a los vencidos.
( Memoria del fuego. Libro I. Los nacimientos. Eduardo Galeano, Ed. Siglo veintiuno de España Editores.)
Cuando bajaban las aguas del Orinoco, las piraguas traían a los caribes con sus hachas de guerra. Nadie podía con los hijos del jaguar. Arrasaban las aldeas y hacían flautas con los huesos de sus victimas.
A nadie temían. Solamente les daba pánico un fantasma que había brotado de sus propios corazones.
Él los esperaba, escondido tras los troncos. Él les rompía los puentes y les colocaba al paso las lianas enredadas que los hacían tropezar. Viajaba de noche; para despistarlos, pisaba al revés. Estaba en el cerro que desprendía la roca, en el fango que se hundía bajo los pies, en la hoja de la planta venenosa y en el roce de la araña. Él los derribaba soplando, les metía la fiebre por la oreja y les robaba la sombra.
No era el dolor, pero dolía. No era la muerte, pero mataba. Se llamaba kanaima y había nacido entre los vencedores para vengar a los vencidos.
( Memoria del fuego. Libro I. Los nacimientos. Eduardo Galeano, Ed. Siglo veintiuno de España Editores.)
EL FASCISMO
El fascismo es el triunfo de una lógica de la muerte [rigiendo en la historia] que es valorada como insignificante o inevitable. Un precio que hay que pagar por el progreso. (Reyes Mate citando a Benjamin en "Auswitchz, acontecimiento fundante de la filosofía")
THE UNTHINKING MAJORITY
THE UNTHINKING MAJORITY
jueves, 25 de febrero de 2010
LA ESPERANZA
Pero si el exceso de confianza en la razón puede ser ilusorio o engañoso, ¿qué no decir del exceso de confianza, esto es, de esperanza en la esperanza misma? Lo que quiero dar a entender lo hace de un modo insuperable un escalofriante relato de Villiers de L´Isle-Adam, que lleva justamente por título el de L´espérance. El rabino aragonés Abarbanel, aborrecido por sus préstamos usurarios y su desdén de los pobres, es visitado en su calabozo –tras meses de tormento, en vano destinado a ablandar su empecinamiento y a conseguir su abjuración- por el gran inquisidor Pedro Argüés, quien ordena desencadenarle y, abrazándolo, le dice:
“Hijo mío, alégrate. Tus trabajos van a tener fin. Si en presencia de tanta obstinación me he resignado a permitir el empleo de tantos rigores, mi tarea fraternal de corrección tiene límites. Sólo a Dios toca determinar lo que ha de suceder a tu alma. ¡Tal vez la infinita clemencia lucirá para ti en el supremo instante! ¡Debemos esperarlo! ¡Así sea! Reposa, pues, esta noche en paz. Mañana participarás en el auto de fe, es decir, serás llevado al quemadero, cuya brasa premonitoria del fuego eternal no quema, ya lo sabes, más que a distancia, hijo mío. La muerte tarda por lo menos dos horas, a menudo tres, en venir, a causa de las envolturas mojadas y heladas con las que preservamos la frente y el corazón de los holocaustos. Seréis cuarenta y dos solamente. Considera que, colocado en la última fila, tienes el tiempo necesario para invocar a Dios, para ofrecerle este bautismo de fuego, que es el del Espíritu Santo. Confía, pues, en la luz y duerme”.
Cuando el inquisidor y su séquito abandonan su celda, el prisionero observa en las tinieblas que la puerta ha quedado incomprensiblemente mal cerrada. Agitado por una esperanza mórbida, la abre con suma precaución e inicia su fuga, aun a sabiendas de correr el riesgo de que, en caso de ser apresado, se le castigue con una nueva serie de atroces torturas. Extenuado de hambre y de dolor, dominado por la angustia, avanza durante horas reptando y escondiéndose a lo largo de un lóbrego e interminable pasadizo. Varias veces está a punto de ser descubierto, y otras tantas tentado de desistir y regresar al calabozo para al fin morir y descansar por siempre de sus sufrimientos. Pero la esperanza le mantiene y, después de incontables penalidades, alcanza la puerta también abierta que da al exterior sobre unos jardines, bajo la noche estrellada de la primavera. Los jardines dan a su vez al campo, poblado de fragantes limoneros, que se prolonga hasta la sierra donde podría escapar definitivamente a salvo. Extasiado, levanta los ojos al firmamento y extiende los brazos para bendecir a su Dios que le concede esta misericordia. Y, entonces, enloquecido, siente que otros le vuelven a abrazar y escucha la voz del venerable Pedro Argüés, que consternadamente le reconviene al oído:
“¡Cómo, hijo mío! ¿En vísperas, tal vez, de la salvación querías abandonarnos?”
El desgraciado Abarbanel, jadeante en los brazos del inquisidor, comprende en ese instante el significado de la esperanza. ¡La esperanza formaba parte del tormento! (Desde la perplejidad. Javier Muguerza. FCE. Madrid, 1990)
“Hijo mío, alégrate. Tus trabajos van a tener fin. Si en presencia de tanta obstinación me he resignado a permitir el empleo de tantos rigores, mi tarea fraternal de corrección tiene límites. Sólo a Dios toca determinar lo que ha de suceder a tu alma. ¡Tal vez la infinita clemencia lucirá para ti en el supremo instante! ¡Debemos esperarlo! ¡Así sea! Reposa, pues, esta noche en paz. Mañana participarás en el auto de fe, es decir, serás llevado al quemadero, cuya brasa premonitoria del fuego eternal no quema, ya lo sabes, más que a distancia, hijo mío. La muerte tarda por lo menos dos horas, a menudo tres, en venir, a causa de las envolturas mojadas y heladas con las que preservamos la frente y el corazón de los holocaustos. Seréis cuarenta y dos solamente. Considera que, colocado en la última fila, tienes el tiempo necesario para invocar a Dios, para ofrecerle este bautismo de fuego, que es el del Espíritu Santo. Confía, pues, en la luz y duerme”.
Cuando el inquisidor y su séquito abandonan su celda, el prisionero observa en las tinieblas que la puerta ha quedado incomprensiblemente mal cerrada. Agitado por una esperanza mórbida, la abre con suma precaución e inicia su fuga, aun a sabiendas de correr el riesgo de que, en caso de ser apresado, se le castigue con una nueva serie de atroces torturas. Extenuado de hambre y de dolor, dominado por la angustia, avanza durante horas reptando y escondiéndose a lo largo de un lóbrego e interminable pasadizo. Varias veces está a punto de ser descubierto, y otras tantas tentado de desistir y regresar al calabozo para al fin morir y descansar por siempre de sus sufrimientos. Pero la esperanza le mantiene y, después de incontables penalidades, alcanza la puerta también abierta que da al exterior sobre unos jardines, bajo la noche estrellada de la primavera. Los jardines dan a su vez al campo, poblado de fragantes limoneros, que se prolonga hasta la sierra donde podría escapar definitivamente a salvo. Extasiado, levanta los ojos al firmamento y extiende los brazos para bendecir a su Dios que le concede esta misericordia. Y, entonces, enloquecido, siente que otros le vuelven a abrazar y escucha la voz del venerable Pedro Argüés, que consternadamente le reconviene al oído:
“¡Cómo, hijo mío! ¿En vísperas, tal vez, de la salvación querías abandonarnos?”
El desgraciado Abarbanel, jadeante en los brazos del inquisidor, comprende en ese instante el significado de la esperanza. ¡La esperanza formaba parte del tormento! (Desde la perplejidad. Javier Muguerza. FCE. Madrid, 1990)
lunes, 22 de febrero de 2010
REFLEXIÓN Y RESPONSABILIDAD
"La verdadera filosofía consiste en aprender a ver el mundo de nuevo, y en este sentido narrar una historia puede significar el mundo con tanta "profundidad" como un tratado de filosofía. Nuestra suerte está en nuestra manos, nos volvemos responsables de nuestra historia mediante la reflexión, pero también por una decisión en la que comprometemos nuestra vida, en ambos casos se trata de un ejercicio violento que se verifica ejerciéndose." (M. Merleau-Ponty. Fenomenología de la Percepción).
EL FILÓSOFO Y LA MUERTE
“Desde el inicio de estas reflexiones se ha presentado al filósofo como emblema del ser humano que asume con radicalidad su condición. De alguna manera cabe decir que filósofo es quien no se enmienda ante aquello que radicalmente inquieta. Para designar a la persona que se atreve a mantener la mirada ante lo más temible, y que de tal entereza extrae una suerte de radical exaltación, los pensadores griegos, y muy especialmente Aristóteles, utilizaban un término específico, del que es conveniente ocuparse ahora.
[…] La hombría (andreia o andría en griego) consiste en generar, en mantener la entereza ante algo susceptible de provocar miedo (fobos en griego). […] “En primer lugar debería atribuirse hombría al que (y a la que) no es presa de miedo ante la hipótesis de una muerte noble”.
[…] Esta (la muerte) aparece como algo correlativo de la vida misma, de tal manera que hablar de una vida sin muerte (o viceversa) tiene tan poco sentido como hablar del polo positivo del imán en ausencia del negativo; o hablar de un lenguaje humano que no estuviera materializado, que no tuviera como soporte y origen el registro genético, un lenguaje angélico, un verbo sin carne. Los que no se aferran a tan fantasiosa perspectiva, los que no se distraen de la verdad, los que asumen las consecuencias de que la existencia biológica se halla afectada por la finitud, responden con entereza (andreia) ante la inevitable confrontación.
La entereza ante la muerte sería así el indicio mayor de la capacidad de un sujeto para adecuar su comportamiento a lo que exige la realización cabal de la condición humana.” Gómez Pin, Victor. Filosofía. Interrogaciones que a todos conciernen. Espasa Calpe. Madrid. 2008.
THE SPIRIT CARRIES ON
[…] La hombría (andreia o andría en griego) consiste en generar, en mantener la entereza ante algo susceptible de provocar miedo (fobos en griego). […] “En primer lugar debería atribuirse hombría al que (y a la que) no es presa de miedo ante la hipótesis de una muerte noble”.
[…] Esta (la muerte) aparece como algo correlativo de la vida misma, de tal manera que hablar de una vida sin muerte (o viceversa) tiene tan poco sentido como hablar del polo positivo del imán en ausencia del negativo; o hablar de un lenguaje humano que no estuviera materializado, que no tuviera como soporte y origen el registro genético, un lenguaje angélico, un verbo sin carne. Los que no se aferran a tan fantasiosa perspectiva, los que no se distraen de la verdad, los que asumen las consecuencias de que la existencia biológica se halla afectada por la finitud, responden con entereza (andreia) ante la inevitable confrontación.
La entereza ante la muerte sería así el indicio mayor de la capacidad de un sujeto para adecuar su comportamiento a lo que exige la realización cabal de la condición humana.” Gómez Pin, Victor. Filosofía. Interrogaciones que a todos conciernen. Espasa Calpe. Madrid. 2008.
THE SPIRIT CARRIES ON
domingo, 21 de febrero de 2010
FILOSOFÍA Y PERPLEJIDAD
Estoy pensando que la misma sensación de perplejidad (o susto, o asombro, no sé bien) que se puede apreciar en mi actual foto del perfil no me ha abandonado de unos años a esta parte. Desde una perspectiva filosófica sincera diría que afortunadamente, pero desde una perspectiva vital no estoy tan seguro. Es más cómoda una vida en la que todo cuadra, una vida asentada en las creencias en vez de en las ideas. No iba desencaminado Ortega cuando decía que en las creencias se está, mientras que las ideas se tienen. En verdad, la actitud natural es la actitud en que las cosas son aproblemáticas, en la actitud natural todo cuadra, pero esta es una actitud acomodaticia, es la actitud de la pereza, la actitud inauténtica heiddegeriana en que nos dejamos llevar mientras no encontremos un obstáculo que nos obligue a replantearlo todo, o, al menos, replantear una parte, pero en profundidad. Sin embargo, la actitud filosófica no aparece sólo porque nos lo exija la necesidad de resolver una necesidad práctica que se hubiera visto interrumpida. No. La actitud filosófica es aquella que, sin razón utilitaria aparente, e incluso contra toda razón instrumental y utilitaria, incluso contra las exigencias de una vida apacible y despreocupada, se empeña en no dar por agotada una explicación de las cosas por mucho que ésta nos reconforte o nos libre de la angustia. Desde una actitud filosófica, que será siempre una perspectiva de totalidad y, consecuentemente, nunca deliberadamente restringida al ámbito del interés particular (individual o de grupo), desde esta actitud o perspectiva (que tanto es), decía, el mundo es tan problemático como interesante. Y no digo problemático en el sentido en que entendemos el problema matemático tal y como nos lo planteaban en el colegio, sino en el sentido riguroso en que sólo se puede entender un problema, esto es, como algo irresoluble; porque si un problema tiene ya una solución, entonces no es un problema, sino un ejercicio, y es con lo que el aspirante a matemático o a físico tiene que vérselas, con ejercicios que o son resolubles o se entiende que es sólo cuestión de tiempo el que lo sean, según se entiende que proceden las ciencias, de una manera positivamente progresiva. Mas entonces no cabe perplejidad en sentido estricto, sino, en todo caso, espera espectante o confianza en que uno mismo o la ciencia acabará resolviendo el ejercicio a que se enfrenta. La filosofía, sin embargo, sabe que se las ha de ver con problemas que, en principio, son irresolubles. De hecho, históricamente, cuando el conocimiento de un objeto, y de los problemas a que ha dado lugar, llega a un estado tal en que se considera que se dispone ya de un saber capaz de resolver definitivamente esos problemas, entonces a ese saber se le otorga el nombre de ciencia y se desgaja de la filosofía (lo cual no implica que, en efecto, se encuentre en disposición de resolver efectivamente esos problema). Así, la actitud natural es máximamente ingenua; la actitud científica es, cuando hablamos de ciencias verdaderas, esto es: adecuadas a su objeto (la medicina por ejemplo), esperanzadora; y la actitud filosófica es motivadora por inagotable, difícilmente esperanzadora por las dosis de escepticismo que reclama y es, además, difícilmente compatible con una vida plácida en la que todo cuadre. Es desde este sentido que se puede decir que la actitud filosófica es un sinvivir y que una vida plena es una vida más acorde con la actitud natural. ¿Cómo es entonces que algunos somos incapaces de negar la máxima socrática de que una vida sin examen no merece ser vivida? ¿Cómo es que una vida guiada sólo desde la actitud natural nos parece poca vida siendo como es que desde un punto de vista utilitario y materialista no es necesario más? ¿Qué extraña motivación puede haber tras la confesión de Bertrand Russell según la cual sólo las ganas de aprender matemáticas le libraron del suicidio? Yo tengo para mí que esto es posible porque una vida concebida sólo desde la perspectiva de la satisfacción de los deseos y necesidades meramente materiales no es una vida verdaderamente humana. De hecho, creo que no hay nadie que se mantenga siempre en la actitud ingenua natural, creo que todo el mundo se encuentra a menudo en situaciones en las que se ve tentado a cuestionar las creencias en que está, y el niño que dispone ya de un lenguaje con que articular preguntas complejas más que nadie. Otra cosa es cuanto le dura el ataque al adulto, y al niño el estado de indomesticación. Pero todo esto lo escribo con la misma cara de perplejidad que me parece ver en la foto de mi perfil. Aunque, ¡cuidado! esto son ideas, que no son creencias (busquen el texto de Ortega). Toda la seguridad con que la gente se pronuncia sobre lo humano y lo divino es, para mí, una experiencia ajena.
WITHER
WITHER
sábado, 20 de febrero de 2010
CIENCIA Y NO CIENCIA
Hizo falta una actitud mental especial, inserta en una estructura social particular y
combinada con una secuencia excepcional de accidentes, para descubrir, formular,
comprobar y establecer leyes físicas y cosmológicas básicas.
Los realistas científicos suponen que lo que fue hallado de esta manera idiosincrásica y culturalmente dependiente (y está, por lo tanto, formulado y explicado mediante términos idiosincrásicos y culturalmente dependientes) existe independientemente de las
circunstancias de su descubrimiento.
...Mas, si los entes postulados por una visión científica del mundo pueden ser considerados reales con independencia de tal perspectiva, ¿por qué no los dioses?
P. K. Feyerabend, Provocaciones Filosóficas.
THROUGH HER EYES
combinada con una secuencia excepcional de accidentes, para descubrir, formular,
comprobar y establecer leyes físicas y cosmológicas básicas.
Los realistas científicos suponen que lo que fue hallado de esta manera idiosincrásica y culturalmente dependiente (y está, por lo tanto, formulado y explicado mediante términos idiosincrásicos y culturalmente dependientes) existe independientemente de las
circunstancias de su descubrimiento.
...Mas, si los entes postulados por una visión científica del mundo pueden ser considerados reales con independencia de tal perspectiva, ¿por qué no los dioses?
P. K. Feyerabend, Provocaciones Filosóficas.
THROUGH HER EYES
EL LIBERALISMO Y LOS POBRES
"Una de las razones por las que el liberalismo no tiene voz en Brasil desde que llegó la democracia es el voto obligatorio. Eso significa que un gran número de votantes pobres, que pagan pocos impuestos pero se benefician del gasto social del gobierno, empujan a los partidos hacia la creación de un Estado más grande". (Fragmento de The Economist aparecido en Público a 12 de febero de 2010).
NEW DARK AGES
NEW DARK AGES
viernes, 19 de febrero de 2010
LIBERTAD Y SISTEMA NEOLIBERAL
"En efecto, la concepción y la práctica de la libertad que se puede constatar últimamente en lo países del primer mundo se muestra como difícilmente compatible con la solidaridad, puesto que el ejercicio de la libertad que se favorece está conduciendo, de hecho, a una especie de darwinismo social que sanciona y deshecha lo débil e improductivo. Sólo los fuertes y poderosos pueden ejercitar como es debido la libertad en el actual sistema neoliberal" (J. Martínez Gordo,Del miedo a la libertad al miedo a la solidaridad, Cuadernos "Institut de Teología Fonamental",nº 23, Barcelona,1993, p.4. Citado por M. Fraijó en "Dios, el mal y otros ensayos", Ed. Trotta, Madrid, 2006, p.113)
SAVING US
SAVING US
DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
En la barraca, se comenzará con la Farsa Electoral. Ante los electores, con cabeza de madera y orejas de burro, los candidatos burgueses, vestidos con traje de payaso, bailarán la danza de las libertades políticas, limpiándose la cara y el trasero con sus programas electorales con múltiples promesas, y hablando con lagrimas en los ojos de las miserias del pueblo y con voz estentórea de las glorias de Francia; y las cabezas de los electores rebuznarán a coro y firmemente: ¡hi ho, hi ho!( Paul Lafargue, El Derecho a la Pereza).
TOXICITY
TOXICITY
"PARA LLEGAR HASTA AQUÍ"
" Pasar del glóbulo atómico protoplasmático primordial al humano moderno que camina erguido y que razona te ha exigido adquirir por mutación nuevos rasgos una y otra vez, de la forma precisa y oportuna, durante un periodo sumamente largo.. Así que, en los últimos 3800 millones de años, has aborrecido a lo largo de varios periodos el oxígeno y luego lo has adorado, has desarrollado aletas y extremidades y unas garbosas alas, has puesto huevos, has chasqueado el aire con una lengua bífida, has sido satinado, peludo, has vivido bajo tierra, en los árboles, has sido tan grande como un ciervo y tan pequeño como un ratón y un millón de cosas más. Una desviación mínima de cualquiera de esos imperativos de la evolución y podrías estar ahora lamiendo algas en las paredes de una cueva, holgazaneando como una morsa en algún litoral pedregoso o regurgitando aire por un orificio nasal, situado en la parte superior de la cabeza, antes de sumergirte 18 metros a buscar un bocado de deliciosos gusanos de arena.
No sólo has sido tan afortunado como para estar vinculado desde tiempo inmemorial a una línea evolutiva selecta, sino que has sido también muy afortunado -digamos que milagrosamente- en cuanto a tus ancestros personales. Considera que, durante 3800 millones de años, un periodo de tiempo que nos lleva más allá del nacimiento de las montañas, los ríos y los mares de la Tierra, cada uno de tus antepasados por ambas ramas ha sido lo suficientemente atractivo para hallar una pareja, ha estado lo suficientemente sano para reproducirse y le han bendecido el destino y las circunstancias lo suficiente como para vivir el tiempo necesario para hacerlo. Ninguno de tus respectivos antepasados pereció aplastado, devorado, ahogado, de hambre, atascado, ni fue herido prematuramente ni desviado de otro modo de su objetivo vital: entregar una pequeña carga de material genético a la pareja adecuada en el momento oportuno para perpetuar la única secuencia posible de combinaciones hereditarias, que pudiese desembocar casual, asombrosa y demasiado brevemente en ti." BILL BRYSON, UNA BREVE HISTORIA DE CASI TODO."
Puro milagro la vida. Para quedarse perplejo. El árbol genealógico de cualquier ser vivo tiene el mismo tiempo y se sitúan en el mismo caldo primigenio.
LABYRINTHE
No sólo has sido tan afortunado como para estar vinculado desde tiempo inmemorial a una línea evolutiva selecta, sino que has sido también muy afortunado -digamos que milagrosamente- en cuanto a tus ancestros personales. Considera que, durante 3800 millones de años, un periodo de tiempo que nos lleva más allá del nacimiento de las montañas, los ríos y los mares de la Tierra, cada uno de tus antepasados por ambas ramas ha sido lo suficientemente atractivo para hallar una pareja, ha estado lo suficientemente sano para reproducirse y le han bendecido el destino y las circunstancias lo suficiente como para vivir el tiempo necesario para hacerlo. Ninguno de tus respectivos antepasados pereció aplastado, devorado, ahogado, de hambre, atascado, ni fue herido prematuramente ni desviado de otro modo de su objetivo vital: entregar una pequeña carga de material genético a la pareja adecuada en el momento oportuno para perpetuar la única secuencia posible de combinaciones hereditarias, que pudiese desembocar casual, asombrosa y demasiado brevemente en ti." BILL BRYSON, UNA BREVE HISTORIA DE CASI TODO."
Puro milagro la vida. Para quedarse perplejo. El árbol genealógico de cualquier ser vivo tiene el mismo tiempo y se sitúan en el mismo caldo primigenio.
LABYRINTHE
jueves, 18 de febrero de 2010
LA REALIDAD RADICAL
Estaba pensando en lo que decía Ortega de que la realidad radical es la vida, y aquí me he acordado del tan tergiversado Epicuro, y de cómo Emilio LLedó le hace justicia en "El Epicureismo. Una sabiduría del cuerpo, del gozo y de la amistad" Ed. Círculo de lectores.
Señala LLedó como Epicuro cubre las fisuras que dejan Platón y Aristóteles. El primero por su idealismo negador de la vida vivida, y el segundo por su exaltación de la vida teórica. En esto, tambíen Ortega (demasiado leido desde los estereotipos), como Epicuro, lo tiene claro, ni vida hyperuranos, ni vida teórica, sino vida biográfica. La vida es historia propia, conciencia de vida vivida, acontecer personal, vida que fluye al compás del tiempo subjetivo más que bajo la rigidez del tiempo de los astros, la vida cuyos minutos pueden hacerse eternos o fugaces es la vida. Por más que se empeñen los astros en moverse a una velocidad constante marcando la duración exacta de los minutos nada puede puede tanta objetividad frente a la experiencia subjetiva del tiempo, capaz de convertir un día feliz en un suspiro y un momento de dolor en una eternidad.
Dosmilquinientos años de filosofía y viene Ortega de la mano de Dilthey y Nietzsche,de Husserl y Heidegger, y pasando por encima de idealismos y realismos, por encima de cientificismos y matematizaciones, de hegelianos espíritus absolutos y su disolución del sujeto en la comunidad, después de tanto darle vueltas ¿cómo pudo pudo olvidarse lo más íntimo y necesario?¿Y porque es tan tímida la reivindicación? Quizás tenga razón Ortega y la realidad radical no sea sino la vida vivida, y tal y como sólo puede ser vivida, sólo por cada cual, desde la propia subjetividad y sus miserias. Tanto afán de objetividad, tanta necesidad de abandonar lo subjetivo en pos de la verdad incontaminada y ahora resulta que se olvidó lo más cercano y aquello sin lo cual no hay pensamiento, ni vida ni mundo: El sujeto y su experiencia consciente del mundo, que es la vida real secularmente despreciada por el platonismo y su cristianización. Así, parece necesario y de provecho recuperar para la vida el papel que le corresponde en el pensamiento y no estará de más volver a las fuentes y a sus estudiosos destacados. De manera que Epicuro y Lledó van a ser mis lecturas durante los próximos días y os animo a que busquéis la edición de que os hablo si queréis disfrutar. Para muestra un botón:
"La filosofía tiene que consistir en un ejercicio múltiple de humanización y libertad. Humanización quiere decir conciencia de los límites reales de la vida, reconocimiento del caracter corporal de la existencia y reflexión inmediata y audaz sobre la estructura misma del hecho humano. Libertad quiere decir desarraigo de todos aquellos nudos ideológicos, mitos, ritos religiosos, prejuicios culturales, interpretaciones tradicionales, aposentadas sin crítica en el lenguaje y transmitidas inercialmente en la paideia y en los usos sociales.
Éste es el punto en el que incide la filosofía de Epicuro en el contexto general del pensamiento antiguo. Todo el rico y denso conglomerado de discursos, que constituyen la filosofía griega anterior a Epicuro, van a verse enfrentados con unos planteamientos y actitudes que desarrollarían algunas de las virtudes de esa filosofía anterior, y habrían de negar, decididamente, todo lo que en esa filosofía significaba de ocultamiento y olvido de la básica y radical estructura del ser humano". EMILIO LLEDÓ. El epicureismo. Una sabiduría del cuerpo del gozo y de la amistad. Ed. Círculo de Lectores.
FAR BEYOND THE SUN
Señala LLedó como Epicuro cubre las fisuras que dejan Platón y Aristóteles. El primero por su idealismo negador de la vida vivida, y el segundo por su exaltación de la vida teórica. En esto, tambíen Ortega (demasiado leido desde los estereotipos), como Epicuro, lo tiene claro, ni vida hyperuranos, ni vida teórica, sino vida biográfica. La vida es historia propia, conciencia de vida vivida, acontecer personal, vida que fluye al compás del tiempo subjetivo más que bajo la rigidez del tiempo de los astros, la vida cuyos minutos pueden hacerse eternos o fugaces es la vida. Por más que se empeñen los astros en moverse a una velocidad constante marcando la duración exacta de los minutos nada puede puede tanta objetividad frente a la experiencia subjetiva del tiempo, capaz de convertir un día feliz en un suspiro y un momento de dolor en una eternidad.
Dosmilquinientos años de filosofía y viene Ortega de la mano de Dilthey y Nietzsche,de Husserl y Heidegger, y pasando por encima de idealismos y realismos, por encima de cientificismos y matematizaciones, de hegelianos espíritus absolutos y su disolución del sujeto en la comunidad, después de tanto darle vueltas ¿cómo pudo pudo olvidarse lo más íntimo y necesario?¿Y porque es tan tímida la reivindicación? Quizás tenga razón Ortega y la realidad radical no sea sino la vida vivida, y tal y como sólo puede ser vivida, sólo por cada cual, desde la propia subjetividad y sus miserias. Tanto afán de objetividad, tanta necesidad de abandonar lo subjetivo en pos de la verdad incontaminada y ahora resulta que se olvidó lo más cercano y aquello sin lo cual no hay pensamiento, ni vida ni mundo: El sujeto y su experiencia consciente del mundo, que es la vida real secularmente despreciada por el platonismo y su cristianización. Así, parece necesario y de provecho recuperar para la vida el papel que le corresponde en el pensamiento y no estará de más volver a las fuentes y a sus estudiosos destacados. De manera que Epicuro y Lledó van a ser mis lecturas durante los próximos días y os animo a que busquéis la edición de que os hablo si queréis disfrutar. Para muestra un botón:
"La filosofía tiene que consistir en un ejercicio múltiple de humanización y libertad. Humanización quiere decir conciencia de los límites reales de la vida, reconocimiento del caracter corporal de la existencia y reflexión inmediata y audaz sobre la estructura misma del hecho humano. Libertad quiere decir desarraigo de todos aquellos nudos ideológicos, mitos, ritos religiosos, prejuicios culturales, interpretaciones tradicionales, aposentadas sin crítica en el lenguaje y transmitidas inercialmente en la paideia y en los usos sociales.
Éste es el punto en el que incide la filosofía de Epicuro en el contexto general del pensamiento antiguo. Todo el rico y denso conglomerado de discursos, que constituyen la filosofía griega anterior a Epicuro, van a verse enfrentados con unos planteamientos y actitudes que desarrollarían algunas de las virtudes de esa filosofía anterior, y habrían de negar, decididamente, todo lo que en esa filosofía significaba de ocultamiento y olvido de la básica y radical estructura del ser humano". EMILIO LLEDÓ. El epicureismo. Una sabiduría del cuerpo del gozo y de la amistad. Ed. Círculo de Lectores.
FAR BEYOND THE SUN
CARTESIAN DREAMS
Sin embargo he de considerar aquí que soy hombre y, por consiguiente, que tengo costumbre de dormir y de representarme en sueños las mismas cosas y aun a veces cosas menos verosímiles que esos insensatos cuando velan.¡Cuántas veces me ha sucedido soñar de noche que estaba en este mismo sitio, vestido, sentado junto al fuego, estando en realidad desnudo y metido en la cama!Bien me parece ahora que, al mirar este papel, no lo hago con ojos dormidos; que esta cabeza, que muevo, no está somnolienta; que si alargo la mano y la siento, es de propósito y a sabiendas; lo que en sueños sucede no parece tan claro y distinto como todo esto. Pero si pienso en ello con atención, me acuerdo de que, muchas veces, ilusiones semejantes me han burlado mientras dormía; y, al detenerme en este pensamiento, veo tan claramente que no hay indicios ciertos para distinguir el sueño de la vigilia, que me quedo atónito, y es tal mi extrañeza, que casi es bastante a persuadirme de que estoy durmiendo. (René Descartes. Meditaciones Metafísicas. Ed. Espasa Calpe. Col. Austral. Madrid. 1993. p.p. 126-127).
CARTESIAN DREAMS
CARTESIAN DREAMS
DISOLUCIÓN ESTRUCTURALISTA DEL SUJETO
¿Qué se gana con sustituir el sujeto individual por el estructural? ¿Qué sería sin los sujetos individuales, cómo podría narrar algo lo impersonal, lo suprapersonal? En el fondo, ¿no es esta la vieja polémica de los universales, a pesar de todo tan medievalizante y arcaica? Por otra parte, ¿por qué presentar al humanismo como un narcisismo emborrachado del propio aroma y desatento a las mediaciones científicas[...]? Por lo demás, ¿qué le pasaría a lo deconstruido cuando sus deconstructores no puedan reivindicar su denostada dignidad? ¿Acaso el poderío desplegado por una subjetividad exacerbada se borra con la relegación del poder necesario,ése que le es consustancial al ser? ¿Y no se forjaría otro poderío, aplastante, suprapersonal, cuando el único sujeto operante en la historia fuese el de la lógica de las ciencias?
Si lo que la modernidad pretende con sus discursos antihumanistas es rechazar el hiperhumanismo narcisista, el camino, en todo caso, no es el de lanzarse por la senda del estructuralismo impersonalista: Porque hasta para tomar esa determinación conceptual parece que es preciso el hombre. (Carlos Díaz. Nihilismo y Estética, Ed. Cincel,Madrid, 1987).
BRING YOUR OWN BOMBS
Si lo que la modernidad pretende con sus discursos antihumanistas es rechazar el hiperhumanismo narcisista, el camino, en todo caso, no es el de lanzarse por la senda del estructuralismo impersonalista: Porque hasta para tomar esa determinación conceptual parece que es preciso el hombre. (Carlos Díaz. Nihilismo y Estética, Ed. Cincel,Madrid, 1987).
BRING YOUR OWN BOMBS
Suscribirse a:
Entradas (Atom)